19 mayo, 2006

Actualidad: EL COCHE DE CRISTO



Simplemente genial el artículo que se puede leer en la página de la BBC en la sección Magazine, titulado Coche divino.

Parece ser que miembros de las distintas iglesias han llegado a la conclusión de que el mundo del más allá debe estar genial pero que el del más acá tenemos se nos está calentando demasiado. Por tanto, la añeja disputa entre religión y calentamiento salta de nuevo a la palestra, pero esta vez los predicadores cuentan con nuevas y sofisticadas armas... coches medioambientales como el Honda Civic Híbrido que ha elegido el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams.

No se por que pirueta neuronal, a la gente se le ha dado por pensar que coche usaría Cristo si anduviese predicando en la actualidad. La imagen de hippy trasnochado de Cristo sigue jugándole al Señor una mala pasada y por este motivo la mayoría de los encuestados lo imaginan en autocaravana o andando directamente. Sin embargo hay un pequeño sector renovador que se imagina al hijo de Dios en un Toyota Prius. Sin duda alguna la respuesta que más me ha gustado es que la estampó el bueno del reverendo Clive Jones que de modo muy agudo dedujo que Cristo usaría el coche que los hombres marginasen y despreciasen...un Skoda. Sólo un 1% del personal cristiano ve a su líder conduciendo un Porsche Cayenne Turbo.

Dejando a un lado el coche que usase Jesús, lo que sería extasiante es verlo al volante. Me imagino el coche de Cristo hasta los topes de paquetes de klinex, caramelos de menta, relojes Trolex, gafas Reivan... productos adquiridos en los distintos semáforos en que tiene la desgracia de parar. Rosario en el espejo retrovisor, chapita de San Cristóbal en la guantera y radio Mariana en el equipo de música (la COPE es demasiado irritante hasta para el Señor). Espalda recta, brazos ligeramente flexionados y sosteniendo el volante con las manos situados a las 10:10. Su carnet llenito de puntos, un seguro con tantas bonificaciones que le pasarían una pequeña pensión a fin de mes y parado en un paso de peatones. Cuando te encontrases esos cruces de visibilidad imposible, Jesús sería el típico que se detuviese para que te pudieses incorporar a la calzada...otra cosa es si en ese momento condujese María Magdalena.

Implorar la ayuda divina en la cuneta de una carretera secundaria cobraría más sentido que nunca. Cambiar una rueda sin ponerse las manos como un cristo (nunca mejor dicho), sustituir una luz del faro delantero sin dejarse la epidermis o frenar esa hemorragia por traumatismo craneoencefálico por ignorar las advertencias de la DGT sobre la necesidad de emplear el cinturón de seguridad, son algunos de los pequeños milagros que vivirías in situ porque el siguiente coche que se divisase en el horizonte podría ser el del Señor.

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