07 junio, 2006

Opinión: EL CLAN DE LOS LISTILLOS


Desde hace un par de semanas la estrecha calle que transcurre por delante de mi portal ha alcanzado la madurez. Por obra y, principalmente, gracia de algún lameculos de ayuntamiento con bulimia de medallas o por las protestas de alguna maruja propietaria de un Cayenne recién instalada en el barrio, la abundante calzada de en un solo sentido y con permiso de estacionamiento en uno de su flancos, ha declinado en una raquítica vía con doble circulación y en la que ya no se nos está permitido estacionar a los sufridos vecinos. El milagro, como todos los catalogados como 'pata negra', se caracterizó por ser fulmínate. La siembra de recetas con premio de 60 euros llevada a cabo por la tenaz policía municipal del pueblo, tenía la dosis suficiente de persuasión como para que los coches de los residentes emigrasen a otras zonas del municipio donde fueran mejor recibidos.

Situaciones como esta es donde un LISTILLO tiene que poner toda la carne en el asador. Por eso, ni corto ni perezoso mi vecino aficionado al tunning, en adelante mi vecino tunero, ha decidido plantarle cara a la sinrazón mediante la resistencia interesada. Esta rebeldía se fundamenta en el paso inalienable por el escroto de cualquier ordenanza, justa o injusta, que considere viole su estado de comodidad. El listillo jamás recoge firmas ni abandera al resto de ciudadanos en el combate. El listillo es un lobo solitario. A la hora de comer aparca delante del portal sin perturbarle el hecho de que ningún otro vehículo este estacionado en toda la longitud de la calle. Ahí deja su 206 personalizado como único morador de la acera, mientras atraviesa el zaguán cavilando sobre las ventajas e inconvenientes del cable libre de oxígeno para su equipo de música. Bajo su visera no hay lugar para las preocupaciones. A sus ojos el resto de los vecinos somos unos gilipollas y no entiende como es que preferimos dar un paseito en lugar de aparcar delante de casa.

' ¡Pero que va a pasar!' es la divisa del listillo. Sobre sus orígenes, no tengo dudas de que el listillo se hace y se consolida con los años. No es algo genético, aunque puede pasar de padres a hijos en condiciones de escasa educación.

El listillo, por regla general es daltónico. Su visión sólo le permite ver al resto de habitantes del planeta como una panda de subnormales con tendencias masoquistas que disfrutan aguardando colas interminables para asistir a un espectáculo, pagar impuestos, esperar turno y otra serie de perversiones. Sin embargo sus movimientos serían torpes sino estuviesen dotados de un morro similar al de un oso hormiguero. Esta cualidad les permite proezas como fumar en sitios prohibidos, reclinar a tope el asiente abatible del avión o emplear el arcén de un calzada como via de escape de esos tediosos atascos.

La xenofobia que siento por esta calaña es tan visceral que no me resulta posible señalar con firmeza si lo que más me inflama de su comportamiento son la desfachatez de sus actos o la cara de gilipollas que se me queda tras una de sus actuaciones.

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