
Aunque todos los pacientes habían sufrido tratamientos importantes, no estaban en peligro de muerte. El equipo médico, perplejo, pensó en contaminación bacteriológica del aire en la habitación. Alertados por las familias de las víctimas, las autoridades pidieron una investigación.
Los "inquilinos" de la 311 seguían muriendo a un ritmo semanal y se terminó por organizar un escondite en la habitación (para vigilar lo que ocurría). Y el misterio se disipó: cada viernes, hacia las 6 de la mañana, la mujer de la limpieza desenchufaba el respirador artificial del paciente para conectar su aspirador...
1 comentario:
Flipaaaa, que fuerte!
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