14 enero, 2007

(CINE) BABEL

Tras los minutos de rigor me doy cuenta de que Babel va a ser una de esas películas de pretensiones líricas que tan poco me suelen gustar. En estos films las imágenes le sisan cualquier afán de protagonismo a la trama, lo que casi siempre desacompasa el ritmo de la narración. Babel no es una excepción. Las cuatro historias, juzgadas con cierta frialdad, son poco más que secuencias de fotogramas de una longevidad difícilmente justificable. Además, el nexo de unión de los cuatro relatos a veces parece más una excusa que un argumento.


Creo que no hay duda que Babel cumple fielmente la máxima de que "más vale caer en gracia que ser gracioso". Aupada por una crítica unánimemente impresionada, opino que Alejandro González Iñárritu ha sido incapaz de aportar al espectador una ubicación novedosa desde la que enfocar la problemática que trata. Realmente al final de la película, ¿qué te queda?, ¿que en Japón hay chicas con trastornos?, ¿que cada bala que se dispara en un país musulmán los americanos van a oir el eco del terrorismo?, ¿que los mejicanos tienen menos complicaciones para salir de EE. UU que para entrar?. ¿Era realmente necesario dos horas y un buen puñado de minutos repletos, eso sí, de muy buena fotografía, para nadar entre obviedades?.

No creo que haya que renunciar al cine poético (aunque no suele ser el tipo de cine que más me interesa), pero es necesario elevar unos grados nuestra exigencia para no dejarse deslumbrar con una puesta de sol, una mirada al horizonte o una lágrima cruzando una mejilla y ser capaz de enfrentarse a la corriente para decir "pues a mi me ha parecido aburridilla y tampoco creo que sea tanta cosa".

Aquellos que asiéndose a la opinión del gremio crítico, creyendo que así consolidan su buen gusto, y se derriten en loas con Babel sólo le hago una propuesta con toda la mala leche del mundo; ¿te animas a volver a verla?.

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