Dos policías, uno graciosillo y desgarbado, el otro, meticuloso y distante, se ven obligados a trabajar juntos en un caso. Cuando te cierras tantas puertas, tus movimientos se reducen a "Dos sabuesos despistados", "Danko: Calor Rojo", "Arma letal" o cualquiera de sus derivados. Si bien es cierto que "Bon Cop, Bad Cop" no se escabulle por ningún resquicio argumental que hallamos descuidado, el hecho de que el cadáver que espolea la investigación aparezca justo en el medio de la frontera entre Canadá y el recién independizado Québec, por lo que cada país ha de aportar un policía, ha sido gestionado con habilidad por los guionistas a lo largo de las casi dos horas de duración que tiene la película. Es un hecho que la cinta se encuentra cómoda embutida en un argumento demasiado ceñido y sobado, irradiando una indiferencia morbosa.
Con una pareja de protagonistas bien alineada, tres o cuatro situaciones desternillantes por inesperadas, un empleo de la cámara que a veces roza el malabarismo (por ejemplo en la secuencia en la que entremezcla con maña una pelea y un coito) y un guión generoso en lo que se refiere a predecible, rara es la tarde de domingo que no se deje encandilar.
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